Supuestamente, teníamos que haber salido para el Salto Corumbá el dia 8 de junio al medio día pero por razones ajenas a la organización de la excursión, esta se produjo por la tarde, más o menos hacia las siete, con lo que gran parte del trayecto lo hicimos de noche y es que oscurece en esta región a la caída de la tarde, por lo que desde Urias Magalhaes, nuestro barrio residencial en Goiania, una ciudad con al menos 750.000 habitantes tardamos 2 horas por carretera hasta el pueblo de Corumbá, donde se encuentra el Salto de su mismo nombre, un paraje típico de cerrado brasileiro, típico paisaje de la región centro norte de Brasil a base de zonas de bosque tropical de media altura, ya que sus árboles no sobrepasan en su mayoría los 20 mts. de altura, enclavados en amplias extensiones de sabana y pastizal, con la excepción de que este tenía unas hermosas cataratas de casi 40 metros de altura, que discurrían por un desfiladero y habían formado en el cauce del río algunas preciosas piscinas naturales donde se reunían cientos de pájaros a beber y a posarse a la sombra de las ramas de los árboles en la orilla.
Una vez llegamos al campamento, una zona semiturística y digo "semiturística" ya que éramos los únicos europeos de la zona, el turismo reinante era de habitantes del estado de Goias o de otros adyacentes, nos alojamos en unas cabañas rústicas a la orilla del río, que desfilaba manso entre las pozas artificiales.
Por la mañana hacia las nueve y tras tomar un buen desayuno, comencé mi paseo entomológico con la mochila repleta de tarritos de revelado de foto, muy apropiados ya que son pequeños y trasparentes, para capturas individuales, sobres de papel vegetal para las mariposas y demás material, acetato de etilo...etc, aparte de la cámara fotográfica, "capturando" de ese modo las instantáneas que adjunto a este artículo.
Debido a que el sol aun no era demasiado intenso, la mayoría de los insectos y entre ellos las mariposas descansaban en sus posaderos, por lo que decidí inspeccionar toda la zona antes de comenzar la gran batida, fue entonces cuando comencé a bordear todo el lecho derecho del río por una especie de camino que se había formado por el propio paso de la gente una y otra vez, al llegar al final de este, me encontré con una enorme bañera producida por el agua en la roca madre y rodeada de una preciosa arboleda, (ver foto), con un surtidor de agua, que parecía salir de la roca con la fuerza de un volcán, tras bajar hasta la orilla, con cuidado ya que las rocas más bajas resbalaban debido al musgo producido por la humedad constante, fotografié aquel momento intentando llevarlo conmigo siempre, pero fue imposible, la magia del lugar se quedo allí.
Decidí continuar mi ascenso hasta la cima del salto, desde donde se podía observar toda la instantánea del campamento, trabajo me costó llegar a ella, ya que la "escalera" de salientes de roca era muy inclinada y no me podía despistar en ningún momento.
Durante mi ascenso, fui recogiendo las instantáneas que creí más oportunas y bellas para el disfrute del lector, desde alguna de ellas, ya podía divisarse la hermosa cascada entre los árboles
Cuando por fin conseguí alcanzar lo más alto de mi ascenso, ante mi se podía divisar un bellísimo espectáculo natural, todo el esplendor de este salto de agua, rodeado de vegetación exuberante y con una preciosa playita de fina arena blanca en una de sus paredes, bajé hasta la misma y disfruté de un baño en un agua tremendamente fría.
En aquel instante sólo pude pensar lo afortunado que era al estar allí.
Cuando acabé mi baño, me calcé de nuevo mis botas de montaña ya enrojecidas de la tierra rica en hierro y otros minerales y perfecta como sustrato para el crecimiento de cualquier tipo de especie arbórea, como suele decirse, "aquí tiras una aceituna y a los quince días tienes un olivo".
Entonces regresé al campamento a recoger la manga entomológica y ya por el camino de vuelta pude observar algunos ejemplares del género "adelpha", de hermoso colorido naranja en las puntas de sus alas, revoloteando por entre las ramas bajas de los arbustos y deteniéndose a descansar en las hojas y a libar el néctar de sus flores.
Regresé al poco rato, todo lo rápido que pude para comenzar mis capturas en la parte baja del río y que fueron mariposas del género "anartia", que se podían encontrar a cientos revoloteando entre las plantas ribereñas, la mayoría de ellas calculé con al menos unas tres semanas de vida ya que me resultó tarea harta dificultosa encontrar ejemplares en perfecto estado, por lo que sólo capturé un par de docenas, devolviendo a la libertad a aquellas que ya tenían sus alas deterioradas por el incansable vuelo.
Proseguí mi marcha capturando otras especies de ropalóceros que ya se contaban por cientos cerca de las dos orillas, piéridos, satíridos, ninfálidos del género catagramma, las más difíciles de capturar ya que gustan de posarse en las ramas de los árboles en las orillas y cualquier error de "medición" te puede acarrear un chapuzón accidental, algunos danainos , hespéridos y licénidos y ya casi con un centenar de preciosas capturas proseguí por el lindero que bordeaba el río y entonces con hábiles golpes de manga en las ramas más altas de algunos árboles capturé algunas adelphas que estaban libando en las flores de los mismos.
Regresé por el mismo camino hacia el campamento a la hora de almorzar, sabiendo que sólo me quedaban dos horas de actividad entomológica, ya que a eso de las cuatro de la tarde, las mariposas empiezan a esconderse para pasar la noche en las ramas de los árboles y ya sólo se pueden capturar las especies más comunes y "menos interesantes"para el aficionado.
Regresando, me volví a encontrar con un precioso ejemplar de Catagramma sorana en perfecto estado y plenitud de colorido, que me había sido imposible capturar en mi subida anterior, posado en la orilla del río succionando con su espiritrompa las sales minerales de la orina de algún animal, me acerqué sigilosamente con la manga lista para dar el golpe definitivo, pero estas mariposas son muy asustadizas y me hizo un par de amagos y recortes y se escapó volando, aunque yo sabía que allí, junto al río, volvería a beber a la orilla, en el mismo lugar, así que de ese modo decidí tomarme mi tiempo y almorzar rápido para regresar a la hora más o menos a buscarla.
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El almuerzo consistió en un buen plato de carne con arroz y frijoles, aderezado con un buen picante brasileño.
Emprendí de nuevo la marcha sabiendo que me quedaba poco tiempo para capturar mariposas y regresé al mismo lugar junto al río, donde efectivamente volví a encontrar a mi querida amiga esperando, tan inquieta y nerviosa como siempre, pero esta vez sí que cayó a la segunda intentona, era una verdadera preciosidad y después de haber logrado este pequeño "trofeo" a la paciencia proseguí mi camino. Después de capturar esta mariposa ya no volví a ver si no algún licénido posado en algún tronco y alguna chinche que pasaron a engrosar mi lista de capturas ese día, regresé de nuevo con toda la "colecta" y me preparé para degustar un buen "churrasquinho" esa misma noche.